Desde hace unos días circula por la programación de los canales de Televisa un extraño comercial donde aparece Landon Donovan, el polémico jugador estadounidense de futbol, cruzando la frontera de su país a México. El motivo es promocionar un nuevo concurso de quiniela llamado Gana Gol. El corto, de apenas 58 segundos, muestra una caricatura del cruce fronterizo donde se ridiculiza la imagen de un “típico” mexicano de sarape, bigotes y sombrero. El “indito” intenta pasar inadvertido de la guardia de un perezoso policía cachetón y con grandes gafas que yace embarrado en una sucia silla, al parecer jugando con su celular. El supuesto mexicano pasa por debajo de una barda, tan improvisada como para tener aspecto de una barricada hecha de palos y cartones, mientras se escucha de fondo, a lo lejos, música de banda salida de algún viejo radio. La farsa se vuelve todavía más grotesca cuando Donovan intenta esconderse detrás de unos pequeños matorrales secos, agachándose a medias y dejando la enorme punta del sombrero descubierta de su escondrijo. El vigía se percata. Con un estruendoso “alto ahí” se levanta y encara al intruso quien se detiene para decir: “soy mecsicano”. Bajo el exagerado tono agringado de la respuesta el policía arremete despojándolo de su bigotote falso asegurando “Claro que no… ¡tú eres Landon Donovan!” Ante el desenmascaramiento y el interrogatorio por su presencia el futbolista asegura “es que ganar en México es más fácil”. El guardia monta en cólera por la respuesta pero inmediatamente es tranquilizado por Donovan cuando explica que se refiere al mentado Gana Gol. Al ser informado, y con tono de burla, obliga al futbolista a regresar con la familiar sentencia de “Así que para tu casa…órale… ¡vámonos!”. Donovan obedece pero antes lanza un “uleeero” al tipo y se escabulle con pasito apresurado por donde vino, metiéndose con dificultad en el hoyo de donde había salido. Esto finaliza con la cortinilla de presentación del producto que delata la patente de Televisa Deportes y explica el por qué de su reiterativa publicidad.
Efectivamente, el corto tiene su gracia. Ha cubierto las redes sociales, foros y blogs en la web, así como en algunos medios de la prensa, bajo un doble vasallaje: como una especie de venganza patriotera o un insulto y retorno a los “estereotipos” del mexicano. Esto obedece a las estrategias de representación que las imágenes contienen. La verdad, el anuncio dice mucho más de lo que parece. Son 58 segundos que contienen un cúmulo de significados anclados en la tradición iconográfica de “lo nacional”.
En primera instancia, la inclusión del delantero de la selección gringa hace del mensaje una especie de chiste sobre el odio que ha generado este personaje a través de los partidos contra el Tri. Donovan tiene un largo historial en su agenda como villano pambolero. Ha realizado declaraciones que calan en cada partido contra México, pero lo que más se recuerda es la vez que uso del estadio Jalisco como su enorme mingitorio. Esto trasciende cualquier otra asociación que la imagen de Donovan tenga para nuestra memoria colectiva. Televisa tuvo el tino de hacer que ese odio se transfiriera mediante una farsa del maltrato de nuestros compatriotas en la frontera. El personaje encarnó entonces un rencor generacional que sedimenta su justificación sobre las puntadas urinales del futbolista pero que, en realidad, opera como liberación de un complejo histórico. Donovan, al ser representado en el trance de mojado, es colocado como punta del iceberg de la tragedia diaria y la reprimenda con que es expulsado de nuestro “lado de la barda” libera, a base de risas, un molesto recuerdo sobre nuestros indocumentados. El chiste es fácil pero eficaz. Lo único que le faltó al guardia es darle una patada para que terminara por curar, simbólicamente, la sintomatología que evoca la escena del mojado y la violencia gringa de sus patrulleros. Desgraciadamente el efecto es momentáneo. Las terminales de este reconocimiento están dadas sólo por un escaso margen de significado en el cuál Donovan es reconocido como un gringo odioso. Uno que le sirve de soporte para la proyección completa de un régimen, un sistema económico, una cultura bélica y una política de invasión; y eso es imposible. Ni las ofensas escatológicas de un patán son capaces de contener tanta “mala leche” que buena parte de populo mexicano engendra hacia los gringos. Eso revienta el mensaje y hace reparar sobre lo obvio: aquí hay gato encerrado.
Una segunda lectura exige el empleo de una narrativa mucho más concreta y claramente aludida en el corto. Pensemos unos segundos, más de 58, y ubiquemos la parodia, los personajes y los modos de ver. Se trata de una escena donde un tipo de sombrero sale debajo de una improvisada barda caminando entre matorrales, escondiéndose sigilosamente, mientras su sombrero se asoma, intentando no despertar del letargo al guardián del paso. El tipo despierta cómicamente y le quita el disfraz al intruso porque se percata que “él es capaz de ganar lo que el invasor desea”. Pero sobre todo, nótese que Donovan sale de un hoyo y regresa a él. Es un clásico: Speedy Gónzalez. Sí son dibujos animados para niños que narran el robo de un pueblo de ratoncitos a una bodega, casa o jardín que cuida un gatote panzón. Se trata de una construcción de los años cincuenta de la Warner Bros para referir a los problemas que implica la migración de mexicanos a los EUA. Este fue un modo en como los gringos intentaron retratar lo que pasaba en la frontera, bajo su código y fórmula semántica. A los mexicanos se nos vendió el producto y, pese a las críticas, se ha proyectado por años en televisión. Pero aquí importan más los mecanismo de representación que han sido trasladados al corto de Donovan.
En más de una ocasión se ha referido al tema a la iconografía del indito que Speedy encarna y se ha llegado a la conclusión, por los estudiosos de la ideología de la imagen, de que tal ratón evoca la figura del Zapata. Por allá de los años treinta, Diego Rivera pintó sus conocidos murales en la casa de Cortés en Cuernavaca. Ahí el muralista inmortalizó a Zapata con su vestimenta de calzón blanco, y pañuelo al cuello. No hace falta aquí reseñar el enorme flujo propagandístico que ese modelo ha tenido: libros de texto, de historia, folletos, carteles, películas, etc. Para la cultura gabacha este significado se volvió pronto un tipo y cada que intentan decir cosa alguna sobre la noción de pueblo-indio mexicano no saben más que referir a este modelo. Mismo que ahora vemos activado por Televisa bajo la narrativa clásica de la Warner.
Hace años, cierta canción sentenciaba que “si el norte fuera el sur sería la misma porquería” ahora lo que se nos aparece como cura de un complejo no es más que un aspecto más de misma patología. Lo que le interesa a Televisa es posicionar un producto; y no es el Gana Gol, es el propio Donovan pues se especula sobre su posible llegada al América. La astucia de los publicistas fue usar un viejo modelo para cargarlo de una contradicción y así sedimentarlo en el imaginario social. Sin embargo, la colisión del sentido se les escapa, como pasa siempre, de las manos. Si Donovan se parece a Speedy González es porque la farsa pertenece a un eje retórico gringo. Es un buen ejemplo de lo que Said revisa en su libro Orientalismo sobre el retrato elaborado por Occidente sobre Oriente: un referente que se vuelve lo referido pues poco importa que realmente tal cultura se vea a sí misma así o no. Lo que muestra el corto es cómo una retórica así, un modo de vernos como nos ven los gringos, es activado como mofa de intento de cura contra los propios norteamericanos. El punto del chistorete no es Donovan vestido de indito, es el significado que detona la iconografía tomada desde el Zapata de Rivera en el cuerpo de un futbolista extranjero afamado. Y todo esto, realizado de manera totalmente consciente, en el año del centenario de la Revolución Mexicana. Para acabarla, el promocional pasará casi el año entero, de aquí al mundial de futbol, mientras Obama decide si habrá o no reforma migratoria, lo que son las cosas. vargasparra@gmail.com