De la retórica del milenio y sus avatares

CMXCIX.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Volver al futuro del 85. La abolición de una forma de ver al tiempo

Son las 7:53 de la mañana. Una secuencia interminable de relojes se apilan todos en marcha hasta que dejan ver tres retratos. Se trata de Tomas Alba Edison, Isaac Newton y Albert Einstein. En seguida un radio, una cafetera y un televisor se activan por obra de despertadores sincronizados. Un tostador adaptado y lo que parece un despachador de comida de perro automatizado se accionan, igualmente, por la intervención de máquinas programadas. La narrativa se detiene cuando alguien entra por la puerta para encender un inmenso amplificador de sonido, cuya potencia, lo hace estallar.

En julio de este año se cumplieron 25 años del primer filme. Como una forma de recordarlo se ha reestrenado una versión mejorada en los cines y se ha lanzado una versión especial en DVD de las tres cintas. Sin duda Volver al futuro es el ícono de una generación y por esto se ha vuelto a llevar a las pantallas. Los jovencitos que crecieron de la mano de Michael J. Fox y sus paradojas del tiempo, ahora, ya de rucos, se choquean en las salas cinematográficas al confundirse de nuevo con las explicaciones temporales de “El Doc”. En cambió a los jóvenes del siglo XXI les resultan cómicas las escenificaciones del futuro en 2015 según las ficciones de los ochenta, donde los autos vuelan, las chamarras se secan solas y las mini pizzas se rehidratan para agigantarse. Lo curioso del caso es cómo, para todos, si acaso no hemos llegado al punto de usar toda esa tecnología si este paradigma se toma como referencia para la invención. Hoy los tenis de Marty no se abrochan solos pero ya se patentó la idea, por la propia Nike para lanzarlos al mercado en 2015. Así se comprueba que la ficción modela nuestro mundo cotidiano, más allá de los aciertos futuristas.

El guión de Zemeckis y Gale se inserta en un género literario y cinematográfico que fantasea con el desplazamiento hacia ciertos momentos de la historia humana o personal. Se puede hablar de una corriente de pensamiento que busca hacer del viaje topológico un modelo del viaje cronológico. Es como pensar que porque somos capaces de volver a un sitio del cual hemos partido también estamos en la condición de volver a un momento que ya hemos pasado. ¿Se podrá? Recordemos cómo es que H.G Wells imaginó una máquina capaz de moverse sólo en lo temporal y no de trasladarse a otro lugar. Esto es consecuencia de pensar la temporalidad justo bajo un esquema cartesiano que otorga ubicación geométrica a un objeto pero cuya representación en el plano físico es imposible sin una correspondencia de magnitudes igualmente medible. Como hacer un plano de una casa y ubicar en él dónde se localizará en el futuro la cocina, así por el puro conocimiento de coordenadas descifrar un momento en el tiempo en que estaré preparando café. Pensar bajo este modelo a sido una constante en los trances crononáuticos. Cada que hablamos de máquinas del tiempo visualizamos algo semejante al DeLorean del Doc que tiene la capacidad de establecer, bajo un calendario digital, un instante en el tiempo; como si la historia de la humanidad se acumulara en una línea que pudiera ser medida bajo una graduación, cual cinta métrica, numérica.

En el caso de Volver al futuro, el tiempo está retratado como un mapa. Marty va al pasado y encuentra a sus padres interviniendo en la historia personal de su familia, al evitar, sin querer, que su madre se enamore de su padre. En el preciso momento de la intervención, Marty debería desaparecer al instante pues si no fueran pareja sus papás él no habría nacido, al contrario lo que Marty ve es una foto, cuyas personas, él y sus hermanos, van desapareciendo por el desarrollo de la trama. Zemeckis y Gale se topan con este tipo de anomalías por todo el filme, lo cual no quiere decir que la cinta esté mal planteada. Más bien nos pone de frente una concepción distinta sobre los mecanismos narrativos para decir sobre las diferentes teorías sobre la forma del tiempo.

Pasados los años, el cine comercial ha tomado referencias del cine experimental para adaptar modelos de montaje que sean capaces de narrar de distinta manera historias. Para decirlo con Martin Jay, lo que acontece visualmente en los cambios generacionales es un cambio de régimen escópico. Dicho régimen no es más que una estrategia distinta de ordenar las secuencias de imágenes según ciertas teorías o pensamientos sobre la mirada. En nuestro caso, la publicidad ha preparado a las generaciones de cinéfilos para recibir montajes agresivos de gran velocidad y con secuencias dinámicas y breves. Eso repercute en la manera de contar historias. Volver al futuro nos coloca delante un viejo sistema narrativo que hizo maravillas para ejemplificar algo tan complicado como una teoría del tiempo. Hoy, los efectos del viaje en el tiempo no se pueden deslindar de la Teoría del Caos, hasta Homero Simpson lo sabe: si algo se modificara, hasta una pobre planta, en el pasado eso ocasionaría la destrucción de nuestro presente tal y como lo conocemos. Por esto nos resulta sólo un divertimento para hablar de algo más y hacernos pensar.

En efecto, Zemeckis dispuso una trilogía a la lección moral, más aristotélica que posmoderna. Marty es un sujeto en vísperas de crecer y lograr el éxito. Las secuelas intentan dejar esto de manifiesto cada que reiteran el modelo del encuentro con el bravucón. El trabajo visual del equipo es excelente. Recrean tres veces bajo diferentes disposiciones epocales la escena donde Marty enfrenta a Tannen. Aquí viene lo mejor de la cinta pues en todos lo casos la retórica que se usa es la de la virilidad. Marty es un tipo con agallas, más que las de su padre e hijo, pero que arruina su vida precisamente por no saber cuándo contener sus frenes. La trilogía dice más sobre la prudencia frente a la violencia que sobre las paradojas del tiempo, divertidas, pero extravagantes. En el momento que Marty madura, no se “engancha” o “se va al cuello” sino que piensa en su futuro, tal como lo admite en la tercera parte: así asume el rol de un adulto que ha dejado los extremos y está listo para afrontar los problemas y las críticas desde la Phrónesis.

El momento final de la zaga es donde, los hombres más rudos del viejo Oeste, le amenazan con llamarle gallina por el reto de su vida y la de sus descendientes el se relaja y busca lo importante, volver a casa. Esto queda como la verdadera lección imperecedera. La violencia no se resuelve con más violencia: vaya casualidad que se venga a reestrenar ahora en nuestro país, justo cuando nuestro gobierno insiste en lo contrario ¿coincidencia?

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